miércoles, 30 de mayo de 2012

Quédate conmigo

La tarde-noche del sábado al domingo nos trajo las vísperas de la fiesta de Pentecostés y la celebración del tradicional Festival de Eurovisión. Dos celebraciones en principio totalmente ajenas, tienen si se mira de un modo un tanto interesado, pero que pretende ser ante todo práctico, algún rasgo en común ocasional y propiciado casualmente por el título y parte del contenido de la canción que representaba a España. La canción, interpretada por Pastora Soler, se titula “Quédate conmigo”.

Y es que este sencillo título es una forma de resumir en dos palabras una de las dimensiones más profundas de la fiesta de Pentecostés. Se trata del día en que los apóstoles, acompañados o acompañando a María, reciben la fuerza del Espíritu Santo, tomando así conciencia de dos cosas fundamentales: que la promesa de Jesús de estar siempre y para siempre con ellos se había cumplido; y, que sus miedos y temores se habían transformado en coraje y valentía para llevar el mensaje del Evangelio a todas las gentes, con la confianza inquebrantable de que Jesús estaba con ellos.

El estribillo de la canción dice que si el ser amado no está no sale el Sol. Sirva esta expresión complementaria para recordar que para el creyente si Dios no está en el centro de su vida no sale el Sol, entre otras cosas porque Él es el Sol. Pero todo ello sin olvidar que ese Sol viene por y para todos y que el reflejo de su luz y de su calor ha de ser anunciado y llevado a todas las gentes, tarea complementaria de la fe viva en Jesús Resucitado.

lunes, 21 de mayo de 2012

Quedarse mirando al cielo

El Evangelio de la semana, el de la Ascensión del Señor, nos incordia con el mandato mesiánico de llevar el Evangelio a toda la creación. Curiosamente, este mandato viene contextualizado por la lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 11 que nos ofrece una escena muy gráfica que viene coronada por una pregunta desafiante. “¿Qué hacéis ahí mirando al cielo?”.

Ambas escenas se conectan por la experiencia común del compromiso, pero no de un compromiso cualquiera sino de uno muy concreto que aunque conduce, en terminología piadosa, al cielo, está inequívocamente enraizado en la tierra.

Llevar, vivir, anunciar el Evangelio es una cuestión vital no sólo por la relevancia de lo que supone sino también porque como cualquier compromiso sincero afecta a la vida entera de modo que no se puede ofrecer lo que no se tiene o se vive.

Es posible que esta sea una de las razones por las que las lecturas de este domingo insistan en la importancia de acompañar el anuncio de la Evangelio con signos y señales que no se conforman con ser un disposición a la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, sino al mismo tiempo algo muchísimo más profundo: la relación entre el enviado y Quien envía, mediante la fuerza irrefrenable de su Espíritu vivificante.

Esta sencilla pero majestuosa experiencia de fe y de vida es una cuestión central en la vida del cristiano y aparte de anclarnos en lo fundamental de la fe, nos permite huir de angelismos y abstracciones que nos alejan de las realidades de nuestro mundo que son, en definitiva, las que hay que evangelizar. Es por eso que desde esta óptica tiene un sentido muy actual a pregunta del texto dominical: ¿Qué hacéis ahí mirando al cielo?

lunes, 14 de mayo de 2012

La voz de Caritas

Sin perjuicio de que pueda haber otras muchas, sin duda, Caritas es una de las instituciones solidarias que realiza una extraordinaria labor y con un interesantísimo calado social. Y todo ello, pese a quien le pese, siendo parte activa y efectiva de la Iglesia Católica.

No lo digo yo, lo dice su labor entregada cotidiana y la reputación de la que goza en la sociedad y en el mundo. Ancianos, infancia, juventud, prostitución, etc., y así una serie de sectores y problemas sociales donde la respuesta solidaria requiere un plus que Caritas sabe y siente que puede ofrecer.

Pero hoy quisiera hablar más bien de la voz que de la acción de Caritas, en sintonía con algunas de las últimas entradas publicadas y con el duro contexto de crisis económica que nos rodea. Y lo que me llama profundamente la atención de Caritas es que, pudiendo equivocarse-que no creo que se equivoque mucho-, su voz denuncia con honradez y valentía las situaciones y las causas de la injusticia que generan los problemas que trata de combatir y solucionar. Más aún, su denuncia suele presentarse independiente de las ideologías que, al menos, es más visible en otros sectores eclesiales o extraeclesiales.

En estos días, mientras Caritas sigue siendo la principal institución no perteneciente a las Administraciones que contribuye a paliar la crisis, su voz se ha alzado para denunciar que el uso de ciertos recursos públicos para sanear balances bancarios en lugar de para ayudar a personas y situaciones que esperan ayuda pública es inmoral. ¿Será una denuncia errónea? No lo sé, aunque creo que es más acertada que desacertada, pero sobre todo valiente. En cualquier caso, en estos tiempos en que los liberales defienden las nacionalizaciones y los socialdemócratas las cuestionan, me resulta gratificante que el criterio de Caritas, como estandarte de la Iglesia, fue, es y seguirá siendo el Evangelio.

domingo, 6 de mayo de 2012

La Iglesia como Madre

Son numerosas y muy ricas las imágenes teológicas que a lo largo de la historia se han ofrecido sobre la Iglesia. Pero sin duda una de mis preferidas es la que nos habla de la Iglesia como Madre. Aprovechando que hoy es el día de la madre, puede ser una buena oportunidad para recordar algunos argumentos que sostienen esta imagen.

1) La Madre que da la Vida. En un sentido meramente biológico, la madre es quien procura y da la vida en el nacimiento, pero en un sentido más humano, la madre es la que guía de modo particular la principales experiencias en la vida del niño. De un modo análogo, en el plano teológico, la Iglesia es Madre que inicia, guía y alienta la experiencia de fe de los creyentes a lo largo de toda su vida, desde el nacimiento hasta el encuentro definitivo con Dios.

2) La Madre que nos habla tiernamente del Padre. Igual que el papel de la madre se ve complementado y reforzado por el de la figura del padre, la Iglesia adquiere su dimensión completa cuando realiza su función catequética en función de su experiencia fundante de Dios como Padre. Ya San Cipriano afirmó aquello de que “nadie puede tener a Dios por Padre, si no tiene a la Iglesia como madre", en un sentido que no ha de interpretarse necesariamente en sentido restrictivo o excluyente sino inclusivo pues el trasfondo de la afirmación es constatar la necesidad de mediaciones en la relación con Dios.

3) La Madre que vela por la relación de los hermanos. Vinculado de modo estrecho a lo anterior, la Iglesia es Madre que como buena madre sueña con que sus hijos vivan su relación en clave de una auténtica fraternidad. Igualmente la Iglesia es Madre cuando se preocupa de un modo especial por aquellos hijos que por estar en dificultades demandan una mayor atención por su parte. He aquí uno de los fundamentos de la opción preferencial e irrenunciable de la Iglesia por los pobres.

4) La Madre que es Maestra de Vida. La influencia de las madres sobre los hijos es innegable. Sus lecciones de vida suelen ser acertadas (¡cuántas cosas importantes de la vida nos han inculcado nuestras madres!). Muchas veces nos rebelábamos contra tales enseñanzas y luego el tiempo nos mostraba que eran ellas quienes solían estar en lo cierto. Por eso la Iglesia es Madre cuando ofrece sus enseñanzas desde la extensa experiencia de siglos y, especialmente, cuando lo hace de modo comprometido; esto es, viviendo lo que predica y predicando lo que vive.

5) La Madre que nos necesita. Finalmente, no podemos olvidar que la relación madre-hijos debe ser mutua y recíproca. Llega un momento en la vida en el que las madres sin dejar de ofrecerse a sus hijos, también demanda atenciones de ellos. La Iglesia es más Iglesia cuando sus hijos se comprometen con ella y le ayudan a vivir como tiene que vivir. Y es que, como las madres, aunque la Iglesia se equivoque poco, menos lo hará si tiene cerca personas que le ayuden a tener un conocimiento más concreto de la realidad.

Hay más razones que nos presentan a la Iglesia como Madre, pero estas son suficientes. Hoy, también es un buen día para agradecer a la Santa Madre Iglesia lo que no aporta constantemente. ¡Feliz Día de la Madre!