lunes, 4 de febrero de 2013

Escrutando los designios de Dios

Tal y como escuchaba en el sermón dominical de este domingo, las lecturas del evangelio nos hablan de la toma de conciencia mesiánica, profética y vocacional de Jesús respecto al Padre. Esa toma de conciencia requiere de la implicación, de la interpretación espiritual y de la voluntad decidida de Jesús.

De modo análogo, el creyente realiza esa toma de conciencia y la vive y la asume con la máxima honestidad posible sin incurrir en posiciones interesadas o ideológicas.

Esta dimensión fundamental de la fe me recuerda hoy, días después de la jornada de vida monástica, una curiosa anécdota que ocurrió hace unos pocos años en un monasterio de monjas contemplativas durante la visita de su superior. Ante la crisis espiritual y vocacional del monasterio, una de las religiosas del monasterio se autojustificó ante su visitante esgrimiendo un argumento infantilón. “Estamos tranquilas porque sabemos que Dios no va a dejar que este monasterio desaparezca”. A lo que el superior, con cierta sorna, le replicó: “No esté tan segura. Recuerde que permitió que crucificaran a su propio hijo”.

Y es que a la hora de escrutar los auténticos designios de Dios, junto a la opción sincera y teologal, siempre coexiste la tentación de hacer decir o hacer a Dios lo que uno quiere que haga. Y eso, aparte de absurdo e ingenuo, es sencillamente imposible.

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