miércoles, 24 de diciembre de 2008

"Uno de los nuestros"


El teólogo belga E. Schillebeeckx cuenta con cierta gracia una anécdota ocurrida en 1965 en una audiencia con el papa Pablo VI, a raíz de una polémica teológica sobre la presencia real de Cristo en la eucaristía. En ella relata que se sintió extraño cuando en la entrevista el papa le dijo: “Me han dicho que ya es usted uno de los nuestros”. Tal extrañeza se tradujo en preguntas como: “¿quiénes son estos ‘nuestros’?” o “¿por qué sería ahora ‘uno de los nuestros’?”.

Estas fechas de Adviento y Navidad nos invitan a reflexionar sobre el misterio de la Encarnación: el “Dios-con-nosotros”. Cuando Dios se hace hombre, ¿podemos interpretar que se hace “uno de los nuestros”? Sí y no. Siguiendo la línea cristológica principal del propio Schillebeeckx podríamos contestar que sí, ya que el Dios de Jesús de Nazaret es el “Deus humanissimus”, esto es, su revelación está directamente relacionada con la condición humana y con su plenitud. De ahí que la grandeza de Dios no sea incompatible con la humildad de nacer en la pobreza de un pesebre, al tiempo que la pequeñez humana es tan capaz de Dios que no debería sorprendernos que unos sencillos pastores fueran los primeros en adorar al Mesías.

Entonces, ¿en qué sentido no se puede decir que Dios se hace “uno de los nuestros”? Pues en todo aquel sentido que reduzca y someta a Dios a la manipulación y al arbitrio humano como autoengaño religioso y como autojustificación ante la ausencia y el déficit de humanidad en nuestro mundo. Recurriendo a la hábil distinción teológica de Tomás de Aquino cuando señala que la Encarnación no es una necesidad necesaria sino una necesidad conveniente, podemos parafrasear la plegaria eucarística e indicar que acoger y vivir con honestidad el acontecimiento Jesucristo en la historia no sólo es algo “justo y necesario” sino que también “es nuestro deber y salvación”.

La Encarnación es también el misterio de la relación personal, y por ende dialéctica, entre Dios y los hombres. Esta relación dialéctica será auténtica, es decir, Dios sólo será “uno de los nuestros” si su verdad y su mensaje es experimentable o aporta plenitud, sentido y salvación a todos los hombres, a la historia y al mundo. Dicho de otra forma, la garantía de la autenticidad de esa dialéctica se puede basar en la conexión entre fe y experiencia, entre encarnación y resurrección, o si se prefiere entre cristología y escatología, permitiendo así que el “Dios-con-nosotros” nos invite a trascender las categorías de universalidad y absolutidad-totalidad, para insinuar provocadoramente la catolicidad y el ecumenismo que emanan de la praxis del Evangelio.


En definitiva, la dimensión soteriológica del misterio de la Encarnación nos orienta hacia la escatología radical del cristianismo, según la cual, como precisa el filósofo esloveno Slavoj Zizek, “cuando la humanidad lucha por su salvación, por el bien contra el mal, se trata de algo que no sólo atañe a la humanidad, sino, en cierto modo, de algo que atañe al destino del universo y al de Dios mismo”.

3 comentarios:

  1. Me parece estupendo que haya comenzado este Blog precisamente en la Navidad del 2008. Es extraordinario saber que por medio de un niño, como nosotros, ha sido derramada la gracia a todos los confines dela tierra. Y más extraordinario el tomar conciencia de lo que significa ser hijo de ese dios, que se hace como nosotros para que ser verdaderos hijos suyos. El día que podamos digerir esto, entenderemos lo que realizo nuestro padre Domingo, ser "predicadores de la gracia", de esa gratuidad que nos lleva a ser amor con todo el que nos encontremos. ¡Feliz Navidad! a todos. Titis seamos predicadores a tiempo y a destiempo. Un abrazo. Javi Espinosa op

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  2. Muchísimas gracias, Javi. Eso sí que es sentir el apoyo de la comunidad. No hace falta que recuerde que es una ventana compartida, así que toda contribución o sugerencia será bienvenida. Un abrazo, gracias de nuevo y Feliz Navidad.

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  3. Miguel... A mi tambien me ha gustado que hayas creado este blog y, sobre todo, que lo hayas hecho tú.

    Todavía digiero este primer post, pero la intoducción al blog me ha encantado.

    No dejes de escribir. ¡Animo y felicidades!

    Un abrazo

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