viernes, 29 de junio de 2012

Fin de contrato

Junto con el año natural, el académico y el litúrgico, la fecha del 30 de junio simboliza el final de algunos contratos (los más conocidos son los del fútbol). Se trata, sin duda, de un momento con clara carga simbólica pues conlleva la evaluación del plazo pasado y la ilusión de acometer nuevos proyectos en el futuro inmediato.

También cada uno de nosotros, como los niños y niñas que han recogido sus notas al final del curso, tenemos momentos en los que poder detenernos a valorar con la mayor objetividad posible el transcurso de nuestro proyecto de vida.

Y, de igual modo a como ocurre con los niños y sus notas, hay algo más allá de lo formalmente cuantitativo que, sin dejar de tener importancia, no logra reflejar todas las dimensiones que afectan a nuestra vida. Evaluar nuestra vida, nuestro contrato vital incluye lo cuantitativo pero sobre todo se orienta a lo cualitativo, pues éste es el ámbito donde radican las facetas trascendentales de nuestra vida.

Es por ello, también, que sean de gran relevancia la honestidad y la humildad. La primera nos ofrece los datos a evaluar de la forma más objetiva posible. La segunda nos invita a escuchar criterios de evaluación y críticas que nos ayuden a crecer lo máximo posible si somos capaces de acogerlas con espíritu constructivo.

Acabemos contrato o no en estos días, el verano y las vacaciones suponen un tiempo ideal para evaluar cómo va nuestra vida. ¡Mucho ánimo en este ejercicio introspectivo!

domingo, 17 de junio de 2012

La casa de putas

Con cierta perplejidad he seguido el curioso proceso por el cual algunas regiones españolas se disputan el negocio de la instalación de un complejo económico similar al que ejemplifica la ciudad estadounidense de Las Vegas y que, popularmente, se ha denominado Eurovegas.
Mi perplejidad no se limita al afán mercantilista que han puesto en juego las comunidades autónomas implicadas, sino que también se amplía al peloteo y la pleitesía que se podría estar brindando al empresario inversor (considerando la opción de ciertos privilegios fiscales), así como al simple hecho de que nadie se paraba a cuestionar que el objetivo planteado seguramente no justificaba en ningún caso los medios a emplear.
Hasta que un día, un banquero hablando de la dificultad de generar puestos de trabajo se refiere colateralmente al proyecto catalogándolo de modo despectivo como “una especie de casa de putas”. Sin embargo, el proyecto sigue siendo estudiado y los políticos siguen afilando sus uñas para llevarse el gato al agua. Para mayor sorpresa, los principales argumentos contrarios al proyecto son de índole ecologista: parece ser que el principal inconveniente es que Eurovegas es incompatible con el entorno elegido para ubicarla y con el ecosistema que en él rige.
Y, por fin, y a la espera de que alguien con profundo sentido político se les una aparecen dos obispos -el de Getafe y el de Castellón-Segorbe- y alzan su denuncia sobre un proyecto que no es admisible por varias cuestiones esenciales que me limito a citar pero que son fácilmente entendibles:
  • una cosa es lo legal y otra lo moral
  • los valores económicos y materialistas son legítimos pero ha de saberse que priorizarlos en exceso sólo trae resultados económicos y materialistas.
  • es preciso pensar y repensar el papel del ser humano como sujeto y objeto de la cuestión moral, al menos en dos sentidos: el protagonismo de la persona y su papel dentro de la ecología.
Cada cual haga su reflexión, si bien la ética no suele llevarse bien con los atajos y con los apaños morales. Yo, personalmente, mientras escribo esta sencilla reflexión me acuerdo del imperativo categórico kantiano que exhortaba a obrar de tal manera que la máxima de tu actuación pueda servir como ley universal de acción moral. Y si el imperativo categórico es aplicable, según Kant, hasta “en un pueblo de demonios”, también lo es para “una casa de putas”.

martes, 12 de junio de 2012

Corpus Christi: ¿comunión o división?

La fiesta del Corpus nos ofrece una oportunidad de reflexión teológica tanto desde el punto de vista ecuménico como doctrinal (aunque quizás sería mejor decir doctrinal y por tanto ecuménico). Junto a la polémica teológica acerca del cómo el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Jesucristo, se une una cuestión no menos importante pues en ella radica el fondo de la cuestión. Tal cuestión no es otra que la encarnación de Dios en pro de la salvación del género humano.

Aunque la Eucaristía es un sacramento de fraternidad y de acción de gracias, algunas de sus interpretaciones se han prestado a la división de pareceres en temas como la ya citada transformación de las especies, la consideración de la misma como sacramento o no, y -la más importante en mi humilde opinión- la vivencia del mandato de Jesús en la Última Cena en la que instituyó la Eucaristía: haced esto en conmemoración mía.

Este domingo pasado cuando iba a celebrar la festividad del Corpus, entré en la parroquia con la reflexión acerca de las polémicas entre católicos y protestantes con motivo de esta fiesta y su sentido, pero salí de la misma con una convicción no menos profunda: el sacramento de la Eucaristía es en mucha mayor medida un factor de comunión que de división entre los cristianos. Y esto por muchas razones, pero por citar dos muy relevantes me quedaré con una ecuménica y otra doctrinal de claro calado cristológico que han de entenderse como estrechamente vinculadas. La primera es la que recuerda que el sueño de la reconciliación no puede lograrse pagando el precio de reducir la verdad a un falso diálogo entre cristianos; la segunda es que las obras y la fe de los seguidores de Jesús de Nazaret, más allá de la confesión cristiana que les acoja, sólo tendrán sentido si realmente se corresponde con la verdad y el sentido de sus vidas que es el fondo la verdad y el sentido del mensaje evangélico, el mensaje de Jesús de Nazaret.

martes, 5 de junio de 2012

Levántate y disfruta de la vida

El paso del día a día puede rebelarse nublando lo cotidiano para dejarse someter por lo rutinario. Inconscientemente nos refugiamos en cálculos y excusas para soportar el ritmo de obligaciones que estructuran el desarrollo de nuestros. ¡Y sorprendentemente se nos olvida que la vida es mucho más!

La vida es, ciertamente, algo que se nos impone, pero que también que se nos propone y por ello, parafraseando al filósofo Ortega y Gasset, la vida es quehacer y biografía que se escribe cada día en pos de una vida lo más auténtica posible y tratando de esquivar la amenaza de una vida inauténtica.

Echando un vistazo a las páginas del Evangelio, uno puede descubrir que nada le resulta más propio que su invitación a disfrutar de la vida en todas sus dimensiones potenciales y realizadoras de la existencia humana. De ahí que esta invitación sea preferentemente dirigida a aquellos que peor lo están pasando porque han sido derribados o abatidos por un golpe de la propia vida o, peor aún, propiciado por otra persona. Y brota, espontáneamente en mi mente ese versículo tan dinamizador en el que Jesús expresa esta dimensión evangélica: “Levántate y anda”.

Llega Junio, antesala del verano y del descanso y de las vacaciones para muchos. En mi día a día puedo experimentar más allá de cierto cansancio, la frescura típica de las mañanas preveraniegas de Madrid y con ellas fluyen en mi mente recuerdos y sensaciones que me dicen muchas cosas, pero hoy, ante la crudeza de la rutina, me anima a cuidar y valorar cada pequeño detalle del día a día y de cada persona que tengo enfrente para vivir como realmente me merezco vivir.

Mañana, cuando suene el despertador procuraré que mis primeros pensamientos del día sean positivos y frescos como la caricia de la mañana madrileña en mi rostro. Mañana, mi primer pensamiento será evangélico, provocador de una vida que precisa ser vivida de modo enriquecedor: “Levántate y disfruta de la vida”.