miércoles, 25 de septiembre de 2013

Ganas de vivir

 Uno de los regalos de la paternidad ha sido poder ver cada día gestos y detalles de la nueva vida que refrescan algunos ya vividos y despiertan otros ya adormecidos. Encontrarse cara a cara cada vez con un bebé no deja de ser un momento muy gozoso y afortunado pero también un momento que requiere, entiéndase bien, el coraje de apostar por la vida que se ofrece y se despliega frente a nosotros sin que la podamos entender todo lo que quisiéramos o, más aún, pudiéramos.

En mi caso, puedo estar bien feliz porque en casi todos los despertares soy recibido con una sonrisa plena y luminosa que contagia todo lo que contienen que no es otra cosa que las ganas de vivir, de aprovechar cada minuto del día para reír, para jugar, en definitiva, para vivir con plenitud.

En estos días de septiembre, en el que muchos nos estamos haciendo a la idea de volver a nuestra rutina, es
también una oportunidad de evaluar cómo están nuestras ganas de vivir y en qué medida apostamos por ellas y hacemos lo posible para que los demás también puedan vivirlas y contagiarlas.

Y es que hay cosas grandes que se dirimen en los detalles pequeños. Quizás por eso un feliz bebé me ha proporcionado esta sencilla lección de vida que hoy comparto y reasumo en el espíritu de Jesús de Nazaret expresado en que “de los que son como niños es el Reino de los Cielos” (Mt 19,14).