domingo, 12 de abril de 2009

Resurrección e interpretación

¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!

Al igual que en la fiestas de Navidad, en estos días de Semana Santa me siento afortunado por poder disfrutar de ellos desde su sentido más religioso. Habrá otras formas de vivirlos (puro ocio, días de playa, etc.), pero yo disfruto de la mía y doy gracias por ello. Y lo que es mejor, noto que la gente con la que coincido en esto también se muestran agradecidos.

Vivir la Semana Santa no tiene un patrón fijo pero de lo que sí estoy seguro es de que tiene una de sus opciones más cutres (hoy se diría “friki”) en el tedioso ejercicio de tragarse la retahíla de películas sobre la pasión y muerte de Jesús. Curiosamente, pocas de estas películas llegan hasta el final del asunto: la resurrección.

Esto me recuerda a uno de mis primeros profesores de Biblia, Gonzalo Flor, quien ironizaba sobre estas películas diciendo que no estaba seguro de que existiera el infierno, pero de lo que sí estaba seguro es de que si el infierno existe, los que seguro que estarán en él serán los directores y guionistas de las películas religiosas o “de Semana Santa”.

Es cierto. El daño que hacen este tipo de películas es doble. Por un lado está el plano artístico en el que el juicio estético no invita a ser muy magnánimo en la crítica cinematográfica. Pero, por otro lado, está el problema hermenéutico de la narración de los hechos y misterios que se celebran. Es decir, el problema no consiste sólo en que haya gente que pueda llegar a pensar que Moisés sea Charlton Heston o que Jesús de Nazaret fuera un tipo de mueca hierática como el Jesús que nos propone Zefirelli. La cuestión va más allá porque se puede llegar a dar mayor relevancia a una fuente terciaria que a una secundaria. Y así se puede llegar a encontrar gente que conoce los hechos por la interpretación de una película antes que por la de los evangelistas, sin olvidar que hay una interpretación más importante y decisiva: la propia interpretación que es personal e intransferible.

La resurrección que hoy celebramos lo es, entre otras muchas cosas, porque la experimentamos en nuestras propias vidas. Si no fuera así, sería como una película que, durante unos instantes, quizás días, tendría un efecto estimulante en nosotros pero que, con el tiempo, quedaría en algo para el recuerdo y la emoción pero no para animar nuestra existencia y vida cotidiana.

Algo parecido a esto vivieron los apóstoles. Ellos pudieron llegar a pensar que su experiencia con Jesús fue “una película” o incluso un mal sueño. Sin embargo, el recuerdo de lo vivido y su propia experiencia les hizo caer en la cuenta de la auténtica dimensión de lo que implica creer y vivir que “Jesús, el Señor, ha resucitado”. Ellos hicieron su propia interpretación de lo que Jesús les transmitió. Por eso su testimonio, el de los apóstoles, es mucho más fiable -canónico, diría la Iglesia- que el de las películas de Hollywood o los estudios Cinecittà de Roma. Sin embargo, más importante aún que el testimonio apostólico es la experiencia de constatar en primera persona que Jesús vive en mí y eso tiene consecuencias en mi vida, en los demás, en el mundo. Por eso todos tenemos que hacer nuestra propia interpretación de lo que supone la Pascua.

Para la Cuaresma propuse el lema “Atrévete a vivir”. Hoy, con mayor motivo, renuevo este lema para vivir y anunciar a los demás la verdad fundamental de nuestra fe: Jesús ha resucitado y el amor y la vida han triunfado para siempre sobre el miedo y la muerte. ¿Hay acaso una mejor Buena Noticia que ésta? ¡Feliz Pascua!

1 comentario:

  1. Miguel,
    aquí te dejo una "interpretación" más de la Pascua. Voy a hacerlo con un versículo de la carta de Pablo a los Filipenses(4,4): "Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres".
    Un Dios que nos ama y la alegría de sentirse amada y de amar; motor que enciende y mantiene en funcionamiento la vida y, por tanto, clave para la resurrección.
    Feliz Pascua para ti también.

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