lunes, 14 de septiembre de 2009

Vivir en colores

Bueno, bueno. ¡La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida! Resulta que los duendecillos de internet han dejado la tarjeta de visita de este blog en más sitios de los pensados. Bienvenido sea. Y aprovecho para enviar un saludo a todos los seguidores de este blog que después de aguantar que les aburriera muchas veces en directo en un aula, ahora intentan darme una segunda oportunidad por escrito. Y en especial a los que, como Ani, han tenido que recurrir a la convocatoria de septiembre, que no es sino una segunda oportunidad, tan válida como la primera. Por supuesto que es deseable atinar a la primera, pero si no pudo ser a la primera y uno dispone de una segunda oportunidad, seguro que está ahí para algo: ¡para aprovecharla!

En un cursillo sobre pastoral en los colegios concertados católicos, en el que por cierto se nos ha instado a los profesores a bendecir a nuestros alumnos, el ponente, Paco, un simpático cura madrileño aprovechaba, para introducir el tema, una voz proferida por un político en una campaña electoral y que decía algo así como: ¡Queremos vivir en colores!

Y hete aquí que me ha venido a la mente esa intuición de Ortega que dice que “el gris es el ascetismo del color, pues ser gris es lo más que el color puede hacer cuando quiere renunciar a ser color”. Intuición de la que yo interpreto en sintonía con el ideal pindárico (“llega a ser el que eres”), que tanto gustaba al propio Ortega, que estamos llamados a vivir en colores. Nunca dejaremos de tener colores, lo que sí podremos es mostrarlos con mayor o menor brillo o intensidad.

Puede que en ocasiones nuestra vida o algunas facetas de ella adquieran un color gris. Es lo que podríamos llamar crisis. Sin embargo, por mucho que nos empeñemos en dejar de vivir en colores, lo máximo que lograremos es ser grises. Pero la crisis, lejos de ser algo malo en sí mismo, es algo positivo en cuanto que supone una oportunidad para retomar de mejor manera lo que no nos salió bien a la primera (o a la trigésima) oportunidad.

Para dar brillo a nuestros colores tendremos que contrastarnos a veces con nuestros grises. Es el momento del ascetismo, de revisarme por dentro, de pasar mi ITV personal y detectar qué forma es la mejor para volver a desplegar toda mi gama de colores.

El ascetismo siempre ha requerido mucho esfuerzo y sacrificio, y encima no vende mucho en la mentalidad actual predominante. Sin embargo, vidas y sueños como los de mis alumnos, que lloraban en junio y sonríen plenos y satisfechos ahora en septiembre, (gracias en buena medida a su humildad para saber ser ascéticos) me hacen caer en la cuenta de lo importante que es saber vivir en colores. Y no sólo por uno mismo sino también por los que me rodean, especialmente los que me aprecian. Así es más fácil bendecir a los demás. Así es más fácil que bendigamos todos, pues vivir en colores suele ser garantía para poder decir que la vida va bien.

1 comentario:

  1. Holaa,estaba mirando el examen de economía y el libro y decidí encender la máquina apocalíptica para ver qué tal todo.Y como siempre, abunda el optimismo por tus lares, como debe ser.
    Y es que a veces una necesita de otro color para atenuarse después del examen tan churro que ha hecho.
    Un saludo Miguel, te llavaré el examen estos días.Ani.

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