lunes, 9 de noviembre de 2009

El tono 13

Un comentarista del blog me recuerda, con motivo de la conclusión de la entrada anterior, la simpatía que ambos profesamos por el canto de los salmos y en especial por uno de los tonos que más se utilizan: el tono 13 (del que podéis escuchar una fantástica muestra en el siguiente enlace, si conectáis los altavoces: primero los monjes cantarán la antífona y luego procede el salmo con el tono 13).

El tono 13 se parece mucho al tono 10. De hecho yo los suelo confundir con frecuencia cuando los entono. ¡Y eso que tuve un gran maestro de canto de salmos entonados como fue fray Miguel Iribertegui OP! (de quien celebramos ahora un año del cuándo, el cómo, el dónde, el por qué y el para qué vivió, murió y resucitó, ¡pura memoria histórica y escatológica!). Cuántas veces reímos a costa de esta ineptitud mía y de mi sentido del oído para distinguir ambos tonos.


Fray Miguel era un enamorado de la armonía. Su pequeño cuerpo levitaba con la música y el canto, que él acompañaba mentalmente mientras tocaba el órgano, de modo que cuanto más se elevaba mística y espiritualmente más cerca estaba, no sólo de Dios como es sobrenatural, sino -como es natural- también de los hermanos que rezaban con él en comunidad y de todos los que eran destinatarios de su oración.


San Agustín dijo que “quien canta, ora dos veces”. El canto, junto a la danza, aporta una plasticidad extra al ejercicio espiritual de inclinar y elevar nuestra alma hacia Dios, ¡entre otras cosas porque cantar y bailar suelen ser actividades profundamente comunitarias pero no exentas de implicarse con ellas de modo personal! Al igual que cantar y bailar requieren una técnica, la oración cristiana puede ser más adecuada si nos procuramos una buena técnica. ¡Y a fe que los salmos cantados son una buena técnica!


Quien canta los salmos, está en mejor disposición para volverse hacia Dios. Los salmos litúrgicos son textos relacionados directa o indirectamente con la Palabra de Dios. Todos ellos, por tanto, son salmos inspirados por Dios, de tal modo que incluso podemos decir que rezamos los mismos salmos que Jesús de Nazaret rezaba cuando cumplía con sus rituales judíos en la sinagoga o en el templo. En los salmos Dios nos habla, otra cosa es que no lo queramos escuchar o que escuchándolo no tengamos luces o coraje para poner en práctica lo que nos dice. Por eso Y. Congar OP definía la oración como “dejar a Dios ser Dios”.


Quien canta los salmos, está en mejor disposición para saber cuál es su relación con la comunidad. La comunidad es escuela de armonía entre el individuo y el colectivo. Fray Miguel enseñaba que al cantar los salmos en el coro, la clave estaba en que al cantar uno tenía que cantar con el suficiente equilibrio como para poder escucharse a sí mismo, pero también poder escuchar al resto de la comunidad, especialmente a los más cercanos. Según como se canta en el coro de una comunidad se puede llegar a saber quién es quién en esa comunidad y cómo son las relaciones en su seno.


Quien canta los salmos está en mejor disposición para poder hacer una correcta auto-evaluación (incluso autocrítica) espiritual. Rezar y cantar los salmos es un buen termómetro espiritual. Nuestra actitud en ellos o hacia ellos nos puede ayudar a detectar nuestro estado espiritual o de ánimo. En este sentido los salmos son escuela de espiritualidad porque nos ofrecen rutina para los tiempos de esterilidad y sequedad, pero también nos ofrecen ráfagas reveladoras y extraordinarias que sacuden nuestra existencia. El mismo Congar llevaba siempre en el bolsillo de su hábito un papel y lápiz para anotar las revelaciones que la oración y los salmos le regalaban cada día; de ese modo su teología resultaba claramente enriquecida.

Lo que más me gusta del tono 13 es que es un tono que permite encajar frases en su soniquete de modo que podría mantenerse un diálogo cantado en tono 13. Del mismo modo, los salmos cantados son un medio litúrgico que nos permite incluir todo tipo de expresiones y experiencias humanas de tal modo que nuestra comunicación con Dios sea más fructífera, más sana y, sobre todo, más auténtica. (Léase en tono 13) ¡El Señor es mi fuerza y mi energía / Él es mi salvación!

1 comentario:

  1. Un placer leerte de nuevo y más aún en este tema. Está clara la tesnsión que siempre existe entre lo de fuera y lo dentro, qué difícil es poder encontrar ese punto exacto de equilibrio. Entre el intra y el extra se definen muchas posiciones... en lo referente a Dios podemos decir que ambas dimensiones son necesiarias, como en el coro mientras se entonan los salmos.

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