miércoles, 8 de junio de 2011

Solución a la cuestión de la entrada anterior

Pues sí, muchos siglos después la fórmula de Platón para esquivar los fraudes de la información sigue estando vigente. Para evitar la manipulación, hay que obtener la mejor formación posible, conocer bien y saber más que los posibles agentes de manipulación y conocer el contexto de la misma.

En el caso del ejemplo elegido en la entrada anterior, se pueden observar las siguientes situaciones:

a) Entre la desinformación y la información, la formación. Tan importante como manejar datos relevantes es tener la capacidad de entenderlos e interpretarlos correctamente. Las sombras de la caverna del mito platónico nos advierte no sólo que las apariencias no coinciden con la realidad, sino que además resulta determinante el interés y el afán por conocer verdaderamente cuál es la fuente de tales sombras. En el caso del artículo propuesto, el ejemplo es muy claro: no es lo mismo la asignatura de Educación para la ciudadanía (que se cursa en Primaria y ESO) que la de Filosofía y ciudadanía (que se estudia en Bachillerato). ¿Lo sabía el periodista? Eso no es tan relevante. Lo realmente importante es si lo sabía el lector del periódico.

b) Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Ya lo dije al final de la entrada anterior: “quien sabe mucho, escucha; quien sabe mucho pregunta”. El manipulador no deja de ser un listillo que se considera a sí mismo capaz de jugar con la inteligencia de sus interlocutores. Es decir, se cree superior a sus lectores y/u oyentes. En el ejemplo del artículo, la presentación de una teoría como explicación definitiva y absoluta de una cuestión expresa bien a las claras no sólo el desconocimiento de lo que es y supone una teoría científica sino también que las teorías permanecen vigentes en función de sus argumentos racionales y no de los ataques ad hominem y de los prejuicios facilones en contra de sus detractores. La teoría de Darwin no es más fiable porque sus críticos sean más o menos patéticos, sino por si resiste la crítica científica propuesta a partir de otras teorías o correcciones científicas.

c) La confusión entre el fin y los medios. Quien deambula sin sentido entre los fines y los medios puede llegar a comulgar con el tentador pero peligroso principio del “todo vale”. He aquí una profunda sima que se abre entre los dominios de la política, la ideología y los intereses económicos respecto a los de la filosofía y la verdad. Las primeras generan cierta corrupción y no poca dependencia, las segundas sólo pueden conducirse por el camino de la honestidad. Hoy, en el mundo periodístico lo monetario es más influyente que lo ideológico y las noticias contienen un halo de interés oculto que trata de camuflarse con la ayuda del abrazo de una aparente postura política.

Siglos después, Platón vuelve a rescatarnos de las sombras de la caverna que no pretenden mostrarnos la realidad tal y como es, sino la realidad tal y como nos gustaría que fuera. El filósofo sabe que la verdad es mucho más que el afán por querer tener la razón. En ese mismo dilema se mueve la prensa y sus lectores como los encadenados de aquella caverna, deberán optar entre permanecer anclados en sus seguridades o aventurarse a conocer la verdad cueste lo que cueste.

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