miércoles, 1 de junio de 2011

Platón y la prensa

A través de los diálogos platónicos hemos podido aprender que para algunos filósofos griegos, mucho peor que ser ignorante en una materia es desconocer incluso que realmente se ignora lo que uno cree que sabe o domina.

Un caso paradigmático lo constituye hoy la prensa. En una profesión como ésta la existencia de profesionales que sepan hacer bien su trabajo es una cuestión de honor y de mucho esfuerzo. Digo esto último porque ser periodista, como ser actor o filósofo (incluso teólogo) es una cuestión de mucha responsabilidad porque exige alcanzar ciertos niveles de conocimiento que no son fáciles de adquirir. El actor ha de manejar los registros personales y contextuales del tema que quiere interpretar en la película. Por su parte, el filósofo ha de conocer tan bien o mejor que la filosofía toda información científica que le permita esquivar el ridículo y atinar el disparo de su arco epistemológico hacia la diana de la verdad. ¿Qué ocurre con el periodista? Pues que los hay muy buenos, buenos, regulares y malos. El periodista también coquetea con la verdad de los hechos y si no está bien engalanado para ella, corre el riesgo de ser rechazado y de convertirse en un llanto y crujir de dientes para sí mismo y para la sociedad que tanto espera de este sector mediático tan influyente en las sociedades democráticas.

El periodismo en la sociedad democrática está llamado a jugar un papel relevante casi decisivo. Sin embargo, también vivimos en la sociedad del conocimiento y en ella, si abundan casos como el que voy a citar, también se puede incurrir en el esperpento.

Propongo a los lectores que, sin mayor intención que analizar lo que sugiero sin entrar en terrenos personales, eche un vistazo a este articulito aparecido en El País hace unos días. Dejando pues a su autora y su “gloria” a un lado, el reto es encontrar tres errores de manual (en el contenido del artículo) y controlar la risa o el llanto. Mientras los encuentran, dejo aquí una célebre sentencia que viene al caso:

Quien sabe mucho, escucha;
Quien sabe poco, habla;
Quien sabe mucho, pregunta;
Quien sabe poco, sentencia.

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