martes, 1 de diciembre de 2009

Adviento, ¿espiritualidad o comercio?

Ya estamos en Adviento, así que ¡Feliz Año Litúrgico nuevo a todos! La repentina llegada de este tiempo litúrgico –o del decorado navideño- nos hace pasar del lamento por lo largas que se hacen las semanas al desconcierto porque, sin saber muy bien cómo, el año “se nos ha pasado volando”.

Quizás este Adviento nos venga bien para ponerle un poco más de espíritu a las cosas, de modo que ni se nos hagan muy pesadas ni se nos pasen sin que nos dé tiempo a saborearlas. Precisamente, si hoy el Adviento tiene un sentido para la gente, éste no es otro que el de aprender y prepararnos para saborear lo importante, lo sagrado de nuestra vida.

Casualmente hoy en clase explicaba a unos alumnos de 2º de la ESO (13 años) la diferencia entre lo sagrado y lo profano. Les comentaba que entre lo sagrado para las grandes religiones monoteístas estaban sus días festivos: el viernes para los musulmanes, el sábado para los judíos y el domingo para los cristianos. Después de bromear sobre lo que les gustaría a ellos que el día sagrado para los cristianos fuera el viernes para hacer puente cada semana, les he incordiado con algunas preguntas molestas: ¿a qué dedicamos los domingos?, ¿es positivo que mucha gente dedique sus domingos –todos o algunos- a trabajar?

Como buenos hijos de la sociedad de consumo, ellos han defendido la libertad de mercado y de los trabajadores-consumidores para dedicar el domingo a trabajar o consumir. Como hemos podido, finalmente hemos llegado al acuerdo de que trabajar en domingo es positivo siempre y cuando la motivación que lleva a una persona a tener que sacrificar otras cosas importantes por ese trabajo no se produjera por una causa impositiva o enajenadora de su libertad individual.

Y, hete aquí que cuando llego a casa y reviso las noticias por internet, me encuentro con la siguiente: Berlín cerrará sus tiendas los domingos porque no respetan el “recogimiento espiritual”. Se trata de una curiosa propuesta de las Iglesias católica y evangélica alemanas que ha sido amparada por el Tribunal Constitucional alemán.


Tras hacer un esfuerzo extra por evitar la pregunta de qué pasaría si esta propuesta se plantease en España (cada cual que se ponga el casco y piense lo que quiera), se me ocurre que lo sagrado y lo profano no se imponen por leyes, sino que se manifiestan vinculados al propio desarrollo de la existencia humana. Así, cada cual puede entrever qué es lo profano y qué es lo sagrado en su vida, ya sea como individuo aislado o como miembro de un colectivo (sociedad, iglesias, etc.).

Si lo sagrado es lo que ocupa lo más profundo y sincero de nuestro corazón, lo mejor es que eso se corresponda con algo que merezca la condición de sagrado: ¿es el trabajo? ¿es mi familia? ¿es Dios? ¿es …? Para contestar, como pautas de reflexión, ofrezco humildemente una de índole económica y otra espiritual.

La económica la tomo de J.K.Galbraith quien en su libro La sociedad opulenta, nos advierte de que es distinto decirle a la tentación que no puede entrar en nuestro corazón, que tener que pedirle que se marche después de haberla autorizado a entrar. La espiritual es de Jesús de Nazaret y nos dice que “el sábado se ha hecho para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27). Con la evidente aplicación al domingo, se entiende que no hay conexión auténtica con lo sagrado sin un uso maduro de la libertad y la responsabilidad.

Llegados a este Adviento, la pregunta es clara para el creyente: ¿a quién consagro yo mi corazón en Navidad? Tenemos cuatro semanas para prepararnos para contestar. Quizás podríamos hablar de las respuestas en febrero cuando haya culminado la Navidad litúrgica católica. Hasta entonces, no nos olvidemos de que “donde está tu tesoro, allí está también tu corazón” (Mt 6,21).

1 comentario:

  1. Buena la pregunta. Gracias por invitar a la reflexión.
    María

    ResponderEliminar