miércoles, 22 de diciembre de 2010

Una esperanza auténtica

Tras hablar sobre las oportunidades, no debería resultar chocante que una de las ironías del Adviento, obviamente visto desde el punto de vista cristiano, es que nos centramos en desear y esperar cosas que son prescindibles, accesorias o, simplemente innecesarias.

Un ejemplo tópico de esto es la lotería, esperanza materialista de muchas emergencias mundanas. Sin embargo, es posible que si pensamos bien qué supone poner las principales esperanzas en un golpe de suerte lotero, nos ocurra como a aquel joven que al comentar a una anciana la cantidad de dinero invertida en billetes de lotería, ésta con cierta sorna y sabiduría le replicó: “¿Para qué buscas más suerte de la que ya disfrutas?”.

Y entonces, ¿en qué consiste la esperanza auténtica del Adviento? Principalmente en confiar en que Dios irrumpe para bien en la vida de los hombres. La esperanza cristiana es indisociable de la fe y del amor. Por eso la confianza significa “fiarse con”. No se trata sólo en creer sino que es una invitación a creer junto a los demás y, en especial, a creer en esas personas que Dios pone en nuestras vidas para procurarnos nuestra felicidad. ¿Hay acaso una lotería más generosa en premios?

En estos días de Navidad, cientos y cientos de personas hacen cola ante las puertas de las administraciones de lotería, hasta llegar a dar la sensación de que es “casi” seguro que en ellas se vende el billete ganador. Desde una perspectiva más espiritual, los cristianos deberíamos vivir la confianza en Dios con la certeza de que su generosidad va a acabar, tarde o temprano, redundando a favor de nuestra felicidad. Con una confianza tal, puede entenderse otra receta del Adviento cuando nos exhorta para vivir desde la paciencia y siendo capaces de mantenerse firmes y sin queja, ya que la felicidad cristiana no es sólo una meta, sino que también incluye el proceso en el que se anhela y se trabaja por conquistarla.

¿Nos atreveremos a buscar la auténtica esperanza esta Navidad? Al igual que Juan el Bautista se preguntaba si Jesús era el Mesías que tenía que venir o si debían esperar a otro, también nosotros debemos preguntarnos si nuestra lotería personal, nuestra alegría y nuestra esperanza son las loterías, las alegrías y las esperanzas que ya tenemos o tenemos que esperar a otras.

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