viernes, 29 de abril de 2011

Ordenar la celda interior

La fiesta de Santa Catalina de Siena (29 de abril) es motivo de alegría no sólo para la Orden Dominicana y para la Iglesia, sino para mucha gente de bien (especialmente de Italia, país del que es patrona).

La vida y obras de Catalina son elogiables, más aún, teniendo en cuenta su condición de analfabeta, lo cual no le impidió (seguramente con ayuda de amanuenses) alcanzar las mayores cotas de la mística cristiana y ésta expresada de forma genial.

De entre sus muchas enseñanzas místicas, quizás una de las más aprovechables sea la que nos habla de la “celda interior”, ya que en ella el alma vive para Dios, discierne la verdad, crece en el amor, o se conoce a sí misma...

A caballo entre la comprensión agustiniana y la tomista de la verdad y de la experiencia de Dios, Catalina ofrece una vía mística profunda pero al mismo tiempo fecundamente cotidiana y reflejada como un mundo interior de gran potencia espiritual. Al igual que la celda monástica es y puede llegar a ser el mundo en el que el contemplativo se recoge para desplegarse con mayor preparación a los avatares de la vida., la celda interior es para el creyente un lugar preferencial de encuentro con Dios, con uno mismo y, como consecuencia inequívoca de lo anterior, con el resto de la humanidad.

Es posible que ofrecer la vía de la celda interior cateriniana pueda resultar aparentemente ridículo para algunos ya que ni el silencio, ni el encuentro místico con la divinidad, ni la meditación, ni la experiencia de vulnerabilidad y la servicialidad, son valores ni pautas que predominen en nuestras sociedades. Sin embargo, la celda interior de Catalina no es un curso de relajación ni un “spa espiritual”, sino la predicación sabia de una realidad mística sin la cual el hombre difícilmente puede llegar a atisbar el horizonte de su plenitud.

Es por eso que al recordarla hoy me atrevo a sugerirme a mí y a quienes lean estas líneas o cualquier escrito de o sobre Catalina, que pongamos entre las prioridades de nuestra vida cotidiana el objetivo de ordenar nuestra celda interior. Hace años, Karl Rahner dijo que “el cristiano del siglo XXI o sería místico o simplemente no será”. Pues bien, estoy convencido de que, en esa tarea de ser auténticos cristianos de nuestro tiempo, la sabiduría de Catalina de Siena es una bendición para iluminarnos en el camino.

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