jueves, 13 de febrero de 2014

La chica del baloncesto

Paseando por la calle Játiva en Valencia, me sorprendió la figura de una mujer que hablaba por teléfono intentando contactar con un centro deportivo donde presuntamente daba algún tipo de clinic o campamento para niños y jóvenes. Sin embargo, más aún me sorprendió su manera de presentarse o identificarse: “Soy Amaya, la chica del baloncesto”. En ese momento reconocí su voz y supe que se trataba de la mejor jugadora española de baloncesto de todos los tiempos (ganadora en varias ocasiones de la WNBA) que con la misma sencillez con la que paseaba entre la multitud por la calle, se presentaba ante un desconocido por teléfono, como mostrando a quien quiera, pueda o sepa verlo, que la sencillez es antesala de la gloria, cosa que no está garantizado que ocurra al revés.

El final del año 2013 nos ha dejado la noticia de que Amaya Valdemoro se retira del baloncesto. Parece ser que a la triste noticia para este juego se contrapone la alegre noticia de que seguirá vinculada al baloncesto a través de los medios de comunicación. Si hoy traigo aquí su historia no es por su palmarés deportivo sino por esta humilde enseñanza que sirve para abrirse a la gracia: la sencillez es la puerta a la salvación. ¡Ahí va esa pelota! Y quien no la coja a la primera, que procuré estar muy atento al rebote.

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