miércoles, 17 de junio de 2009

¿Vamos tarde, padre Gafo?

Con pesar no he podido atender una amable invitación para acudir a la presentación de un libro conmemorativo de la vida y obra del P. Gafo, fraile dominico que llegó a ser diputado por Navarra en la II República. Otras prioridades me impedían estar en el Círculo de Bellas Artes y con muchísima suerte tan sólo hubiese podido llegar tarde al acto.

Precisamente esta situación me sirve como metáfora sobre lo que podría ocurrir con figuras como la del padre Gafo. Dado que en la presentación de este libro había un investigador, un político y un hermano de religión del protagonista me serviré de estas tres líneas de reflexión para tratar de explicar mi posición.

La figura del investigador, D. Etelvino González, a quien no tengo el gusto de conocer personalmente pero sí por referencias personales y de sus trabajos, pone sobre la mesa la cuestión de lo que en palabras de X. Zubiri llamaríamos “la voluntad de verdad”. La vida y la voz profética del p. Gafo tienen significatividad porque gozan de la autoridad de quien se eleva por encima de maniqueísmos que dividen a la gente por el triste criterio de ideologías e intereses bastardos. Mi deseo es que la memoria de este buen fraile resista hoy a esta tentación con la misma firmeza con que lo hizo él mismo en vida.

La figura del político es sin duda la más controvertida, ya sea por lo que es como por quién es (y no me refiero al lado superstar que D. José Bono saca a pasear con excesiva frecuencia sino a su condición de presidente de la Cámara Baja). Su figura simboliza en buena medida la representatividad que los diputados –elegidos por y para el pueblo- ostentan en pro de la concordia de España y de la paz y del bien, “categorías morales que –en opinión del señor Bono- están por encima de la derecha y de la izquierda”. Mientras esperamos acontecimientos, mal presagio me parece que todo un presidente del Congreso reconozca abiertamente que un acto como este se celebre “por prudencia en el Círculo de Bellas Artes, aunque por justicia debería haberse celebrado en el Congreso”.

Finalmente, nos queda la vertiente más fraterna: el fraile dominico o el hermano de su hermano. De un hermano –si lo es- se pueden decir dos cosas sin dudar: la primera es que la fraternidad radica en un origen común que nunca puede negarse totalmente y la segunda es que si la fraternidad se orienta a lo que está llamada, nadie podrá estar nunca más cercano y orgulloso de un hermano que su propio hermano. Así pues, si se sabía tanto y tan bueno de Gafo como se dice ahora, ¿por qué no haber escrito más antes de pasados más de 70 años? Si lo que dice este hermano es tan trascendental, ¿por qué no hacer un esfuerzo extra en divulgar su obra y en promocionar a personas que, según la “fidelidad creativa”, hagan lecturas actualizadas de su mensaje? Y si la memoria de un hermano es un honor, ¿por qué no vivir más en consonancia con ese ideal? ¿No se puede? ¿No se quiere? ¿Hay otras prioridades? El evangelio que con tanta compasión predicó el p. Gafo nos habla de dos hermanos que fueron requeridos para una tarea. El primero dijo que sí iría pero luego se distrajo con otras prioridades. El segundo dijo que no, pero un poco “más tarde” acabó yendo. Ojalá que hoy los hermanos de Gafo no sólo digan que sí quieren ir a la tarea, sino que además lo reafirmen poniéndose en marcha (o continuándola si es que ya lo están).
En cualquier caso, lo poco que conozco del p. Gafo hacen de él, a mi juicio, una figura digna de ser más conocida y divulgada. Pero esa divulgación sólo podrá ser fecunda si va acompañada de un profundo sentido de búsqueda de la verdad, del bien común y de la auténtica fraternidad. Juzgar algo o a alguien sin conocerlo no es justificable por muy abundante que sea esta práctica entre los seres humanos. Al contrario, hacerlo es injustificable por lo terrible del hecho en sí y por lo nocivo de sus consecuencias. Le ocurrió al padre Gafo y también le ocurre a la Doctrina Social de la Iglesia, de la que fue gran promotor nuestro personaje, y que, como él, merece ser más dada a conocer por si acaso la verdad, el bien común y la fraternidad pudieran nutrirse de ella.

Mirando a la realidad actual de la filosofía española, de la política española o de la orden dominicana –realidades importantes para el padre Gafo y el sentido de su aportación social y evangélica- podríamos pensar que “vamos tarde”. Pero yo como impuntual compulsivo, sé bien que si malo es llegar tarde, peor es no llegar nunca. ¿Vamos tarde? ¿No vamos ni siquiera? Yo creo que sí que vamos, puede que algo tarde (por no decir que despistados o equivocados), pero memorias como la del p. Gafo nos deben interpelar para que actos como este no queden en un rato agradable, una venta de libros o el acallamiento de unas conciencias que bien saben lo difícil que es estar a la altura de la historia.

1 comentario:

  1. LV Edición del miércoles, 12 agosto 1936, página 12.

    Detención del padre Gafo
    Las milicias socialistas de investigación criminal, que dirige el señor García AtadelL, acompañadas del inspector señor Isacia y de los agentes Saiz, Heredero y Martín Iglesias han practicado en el día.de hoy, en una pensión de la calle del Principe, la detención del célebre padre Gafo, en cuyo poder se encontró un excelente archivo de prensa, así como varias cartas dirigidas a determinados hombres políticos de Espuña. También se halló un pLano del terreno que ocupan las fuerzas insurgentes y gran cantidad de documentos demostrativos de las andanzas de dicho fraile.
    También fueron detenidas dos personas que le acompañaban. Una de ellas acababa de regresar del extranjero, donde estuvo con el fin De poNersé en contacto con los elementos adictos a los sublevados. A estas detenciones se Les concede gran importancia.

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