lunes, 28 de septiembre de 2009

Disidencias que matan

Las relaciones entre los individuos y los colectivos son un tema apasionante de la sociología y la psicología. De entre las múltiples situaciones que se pueden dar, me acuerdo hoy de la disidencia, a raíz del juicio por el asesinato del dirigente etarra Pertur -presuntamente (adverbio tibio donde los haya) asesinado por algunos de sus propios compañeros de la banda terrorista-.
La disidencia pone de manifiesto la corrupción de los ideales que, si tuvieron algún día sentido, en el momento de la constancia de la postura disidente están nublados por una densa bruma de intereses y fines que no se corresponden con los originales (los del origen, que diría Gaudí). Esto es, la postura disidente no sólo desvela la auténtica problemática que la ha provocado, sino también la verdadera condición de quienes han corrompido esos ideales y de quien, por fidelidad a ellos, ha de tomar una postura radical (en sintonía con la raíz de su forma de ser) y habitualmente dura de asumir. ¡Más de una vez he escuchado a algún disidente decir eso de “nadie se corta la mano por gusto”! Y lo duro es que, como se nos dijo en el evangelio de este domingo pasado (Mc 9, 43), a veces hay que cortarse la mano u otros miembros del cuerpo por ser fiel a uno mismo y a la verdad.

Nada más conocerse la acción disidente, el grupo nodriza despliega su arsenal de armamento psicológico y físico para amedrentar al incómodo denunciante. Primero llega la advertencia sutil, apelando al chantaje afectivo de la insolidaridad y la traición. Poco a poco se pasa a la intensificación de la amenaza que pueden incluir artes mafiosas como la difamación, la violencia psicológica o incluso las represalias contra personas afines al individuo independiente. Naturalmente, sobra decir que estas técnicas son especialmente dolorosas si el entorno no es capaz de filtrar o neutralizar los impactos de este bombardeo anti-persona. Por último, queda la peor parte, suponiendo que el individuo haya podido superar las pruebas anteriores: la anulación y la aniquilación del sujeto y todo lo que su obra y pensamiento pueden reflejar de él. Este paso puede suponer incluso el asesinato.

Precisamente, hace unos años, al comentar con Eladio Chavarri, un sabio filósofo navarro, la película “Yoyes” (basada en la vida y asesinato de otra disidente etarra), me advirtió de la importancia de la decisión de entrar en una institución o movimiento, en cuanto delimitación de un antes y un después, por el simple hecho de que tener que abandonarlo más tarde tendría una consecuencia clara: la exclusión, marginación e incluso eliminación o aniquilación (como les pasó a Pertur y a Yoyes) del sujeto “saliente” (el infiel, el cobarde o, lo que es peor, el traidor).

Pero no hace falta ser miembro de una organización terrorista para que la disidencia sea represaliada de forma inhumana: ¡es suficiente con pertenecer a un colectivo o institución con cierta notoriedad y jerarquía en el que haya una o más personas que vivan su pertenencia a ese grupo en clave de “luchas de poder”!

Sin embargo, esta no pretende ser una entrada tétrica, sino una nueva apelación a la fuerza de la gracia, ya que ella sobreabunda allá donde antes quiso abundar el pecado. Y apelo a la fuerza de la gracia de la mano de Jesús de Nazaret, el gran disidente de la historia de la humanidad. Su relectura del judaísmo (al que perteneció), su independencia ante la prepotencia del imperio romano (con el que convivió), su inequívoca simpatía y compasión por los más débiles y desfavorecidos (a los que amó hasta el extremo) son sólo las líneas más sobresalientes para escribir un manual sobre la disidencia. Su vida, mensaje, muerte y resurrección es un paradigma de que la disidencia tiene serias repercusiones, pero también de que si el disidente lucha por lo que es justo (¡y qué hay más justo que el Reino de Dios!), no sólo invoca la gracia para su alma sino que también la está pidiendo por descontado para quienes le están persiguiendo. Quizás por eso, cuando Jesús exclama en la cruz “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, en realidad está rezando entero el salmo del mismo título. Y ese salmo, como las grandes historias, no es sólo como empieza sino también como termina: “Contaré tu fama a mis hermanos, / en medio de la asamblea te alabaré/ (…) Y para aquel que ya no viva/ su descendencia le servirá:/ hablará del Señor a la edad venidera,/ contará su justicia al pueblo por nacer:/ Así actuó el Señor”.
En estos días el juez del tribunal dictará sentencia tras preguntar a algunos terroristas por la suerte que pudo correr Pertur. A todos, en el día final, el Sumo Juez nos preguntará, hayamos sido disidentes o represores de disidentes, “abeles o caínes”: “¿Dónde está tu hermano?” (Gn 4, 9).

2 comentarios:

  1. No conocía el significado de esta palabra y creo que es tan útil como saber qué es el pan.
    Hace unos días vi la película"Wanted", la de Angelina Jolie, y no es tan profunda como la de Yoyes(seguramente, porque no la he visto), pero la protagonista se mata para cumplir con la verdad y para serse fiel.
    Y es verdad que a la hora de la verdad, mucha gente opta(mos) por lo más fácil y cómodo.
    Y al margen del tema, estoy llendo a clase como oyente, y me encanta, lo de las téorías económicas y el ciclo económico, por ahora es lo mismo que nos has dado tu(coste de oportunidad, frontera de producción, etc...)[Ya tengo deberes y tal]Y quería agradecerte tu labor con nosotros, tus alumnos, porque me doy cuenta que nos has preparado mucho y bien.Cuando estamos ahí en clase no nos damos cuenta de todo lo que sabemos.
    En fin Miguel...sigue así.
    Ani.

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  2. ¿Cuántas veces somos excluidos en distintas facetas de tu vida? ¿Cuántas veces simplemente uno toma la decisión de continuar su camino por otro lugar y te sientes así?... ¿Cuántas veces serán las necesarias para darnos cuenta de la exclusión que generamos aún teniendo en el grupo los más bellos ideales? Hay que tener cuidado, mucho, e intentar acompañar con la mayor ternura al que nos deja, igual que se le recibió con alegría.
    Es difícil, claro está, pero es otro compromiso más, personal y colectivo para con el otro. El disidente no es un enemigo, sigue siendo un hermano que camina, vive y sueña como cualquier otro.
    Gracias Miguel... como siempre todo un placer leerte.

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