lunes, 14 de junio de 2010

Mi cole y yo no necesitamos rodillo

En la tarde de ayer publiqué una entrada que ha resultado ser en sus formas más impertinente que la situación que cuestionaba, que si tiene que ocurrir se pondrá de manifiesto, D.m, cuando proceda.

Algunos lectores amigos me han apoyado con su cariño incondicional, otros me han pedido más información sobre el tema y otros me han llamado a la reflexión. A todos ellos les agradezco su eco y sobre todo su misericordia. Sé que han sabido leer lo que había que leer, siendo capaces de saltar por encima de algunas afirmaciones excesivamente afiladas y desafortunadas.

Mi error, afortunada o desgraciadamente, no es totalmente enmendable. De hecho dejo esta entrada con el título anterior como huella de su existencia y como penitencia de quien no elude su responsabilidad.

En el colegio Virgen de Atocha me enseñaron a asumir mis propias responsabilidades, a saber aceptarlas más allá de que se dieran en una situación justa o injusta o de que tuviera razón o no, y pedir disculpas por si mis actos hubieran podido dañar a alguien.

Esto es lo que precisamente hago con esta entrada sin perjuicio de que con todas las personas importantes para mí en relación con el Virgen de Atocha, los encuentros ocasionales de la vida me permitan hablar de modo más personal con ellos.

Gracias a todos y que siga predicablog con más gracia que en este caso. Saludos a todos.

Miguel

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