Como es sabido, si miramos los datos
que nos ofrece el evangelio de Mateo, nada se dice ni de que fueran
tres (se habla de “unos” magos), ni que fueran reyes, aunque sí
se dicen que eran magos. Por eso, mirando al citado relato evangélico
sugiero tres reflexiones que pretenden ser teológicas y que, en
función del gusto y la sensibilidad religiosa de lector, quizás
puedan ser acogidas como regalos.
a) Saber leer las señales y los signos
de la vida. Una de las posibles interpretaciones de la condición de
magos de nuestros personajes es su conexión con la astronomía. Pero
no basta con saber de astronomía para seguir una estrella concreta.
Las decisiones importantes en la vida dependen en buena medida del
conocimiento, pero no estrictamente, porque quien juega un papel
decisivo en la elección libre y consiguiente a dicho conocimiento.
Igual que los magos, seguir la estrella es no sólo una cuestión de
conocimiento, sino ante todo de lanzarse a seguirla y guiar la vida
conforme a ella. En estos tiempos en el que quizás tenemos muchas
señales en el camino (incontables como el número de las estrellas),
es importante saber elegir la que dará sentido a nuestra vida.
b) Actuar con astucia para afrontar la
relación con los poderosos. Saber qué estrella elegir es importante
en la vida, pero eso no evita que surjan los obstáculos en el
camino. En el caso de los magos de Oriente se encuentran en su camino
con la figura poderosa (y corrupta) de Herodes. Ante sus argucias y
sus abusos en el ejercicio de su poder para automantenerse en él,
los magos escuchan el consejo de un ángel para que esquiven su
perverso plan. Cuando en nuestra realidad nos encontramos con gente
poderosa que pretende cohibirnos y manipularnos en su propio
beneficio, la mejor alternativa es la inteligencia y la astucia. A
veces, la mejor manera de evitar un obstáculo es no darle más
importancia de la necesaria y saber sortearlo o darse la vuelta para
ir por otro camino.
c) Mantener claros los objetivos
fundamentales de la vida y los medios para conseguirlos. Cuando
esquivamos, sorteamos o devaluamos la importancia de un obstáculo,
lo que estamos haciendo en el fondo es saber dar importancia a
nuestra persona y nuestras posibilidades para ser como queremos ser.
En el caso de los magos, la multitud de señales y sus obstáculos en
el camino no les impidieron llegar a Belén para adorar al Mesías y
ofrecerle su oro, su incienso y su mirra. Igualmente, en cada
episodio de nuestra biografía, la mejor manera de acoger las buenas
noticias y de asumir las dificultades es valorarlas en relación con
el objetivo fundamental de nuestro proyecto de vida.
Ojalá que los Reyes Magos nos dejen
esta noche sabiduría para encontrar nuestra estrella, astucia para
afrontar las dificultades y clarividencia para no perdernos ni
distraernos del objetivo de ser felices haciendo felices a los demás.
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